Simplificado al máximo, el proceso que sigue una fotografía digital hasta acabar impresa en tus manos es más o menos este:
Apuntas tu cámara en dirección a una determinada porción del mundo
Pulsas el botón de disparo
La luz entra a través del diafragma y el obturador y alcanza el sensor
El sensor la convierte en un archivo informático con un determinado formato que se almacena en la tarjeta de memoria
Descargas el archivo en tu ordenador y lo abres en tu programa de edición fotográfico favorito
Procesas la imagen basándote en lo que ves a través de tu monitor
Exportas la imagen una vez procesada en forma de (otro) archivo informático
Envías ese archivo a tu impresora o lo haces llegar a un laboratorio donde harán lo propio con la suya
Tu imagen se imprime con unas determinadas tintas en un papel con ciertas características (y color)
Hasta ahí todo más o menos claro. Ahora bien, si tenemos en cuenta que las cámaras, los monitores y las impresoras interpretan y reproducen los colores de formas distintas… ¿Qué posibilidades dirías que hay de que lo que ves finalmente impreso en el papel se parezca al resultado que esperabas conseguir en el momento de disparar? Incluso olvidando la realidad fotografiada, ¿hasta qué punto puedes confiar en que se parece a lo que veías en tu monitor durante la edición? Si aspiras a que tus imágenes sean realmente tuyas, en el sentido en que tengan el aspecto que tú has decidido, necesitas entender todos los pasos, descubrir los posibles problemas y ponerles solución. A eso vamos con una serie de entradas que comienza hoy en las que revisaremos todo el proceso que va desde que pulsas el botón hasta que ves tu fotografía en papel. Pero antes, por si no ves clara la necesidad de imprimir tus imágenes, déjame que aproveche para citar unas palabras de mi admirado Eduardo Momeñe, que aparecen en su libro La Visión Fotográfica (un absoluto imprescindible en tu crecimiento como fotógrafo, créeme): Una fotografía no está acabada hasta que podemos tenerla presente en un papel (…) el positivado de una fotografía no es un complemento, es también la fotografía. Como en tantas otras cosas, el envoltorio, la presentación, es tan importante como el contenido…, de hecho son lo mismo. Eduardo Momeñe (en La Visión Fotográfica) Captura de la imagen Empecemos por el principio, claro. Antes de hablar de la cámara y sus capacidades, hablemos de la referencia que tenemos para valorarlas: nuestros ojos. Lo primero que tenemos que saber es que somos capacidades de apreciar un espectro de color muy amplio, tanto que es mayor que el que son capaces de registrar los dispositivos de captura (cámaras, escáneres, etc.) y del que consiguen reproducir los de salida (monitores, impresoras…). Sí, empezamos bien, lo sé. ;-) Espacios de color y modelos de color Vamos entonces al primer paso del proceso: sostenemos nuestra cámara y pulsamos el botón de disparo. La cámara registra la luz que entra hacia su interior, mediante un proceso conocido como demosaicing o interpolación cromática reconstruye una imagen con color dentro de un determinado espacio que por lo general puedes seleccionar de entre varias opciones, normalmente sRGB, Adobe RGB y a veces, también Prophoto RGB (si quieres saber cuál te conviene escoger, David GP tiene un buen artículo al respecto en su blog). Por tanto un espacio de color define la manera en que un determinado dispositivo representa los colores, dicho de otra forma, el espacio de color seleccionado en tu cámara condiciona la cantidad de colores que ésta puede registrar. Hay más de una manera de describir los colores, en el caso que nos ocupa nos interesan principalmente dos: RGB y CMYK, son los llamados modelos de color. Los dispositivos electrónicos crean los colores combinando luz del color de cada uno de sus tres primarios roja (R), verde (G) y azul (B) en distintas proporciones; cuando las tres se solapan se genera luz blanca, de ahí que al modelo de color RGB también se le llame aditivo. Nuestras cámaras, escáneres y monitores funcionan en RGB. Si los diferentes colores son el resultado de la combinación de tintas en lugar de luz, estamos hablando del modelo CMYK. En él cada color es el resultado de una determinada proporción de cian (C), magenta (M), amarillo (Y) y negro (K). Al contrario que en el caso RGB, al combinar los tres pigmentos C, M e Y al 100% se obtiene negro, esto es así porque por ejemplo la tinta cian absorbe todas las longitudes de onda del resto de tonos y sólo refleja (emite) la correspondiente al cian (por eso se ve de ese color), al mezclar las tres tintas esa combinación absorbe absolutamente todos los colores y no refleja luz alguna (se ve negra), por eso a este modelo de color se le llama sustractivo. Las impresoras y plotters que funcionan combinando pigmentos trabajan en CMYK.
La gestión del color consiste en describir un determinado modelo de color (RGB, CMYK) mediante un espacio de color para que sea independiente del dispositivo empleado, así un determinado modelo de color como RGB puede describirse mediante los espacios sRGB, Adobe RGB y Prophoto RGB, y el modelo CMYK en espacios de color que por lo general están asociados a la tecnología de impresión: FOGRA, SWOP, ECI, etc. Gama de color Seguro que aquí ya intuyes un primer problema: la cámara con la que capturas tu imagen y el monitor en el que la ves para procesarla la muestran en RGB pero finalmente ésta acaba impresa en CMYK. Además, cada dispositivo del proceso (por lo general cámara, pantalla e impresora) tiene una determinada gama de color, que es la proporción de su espacio de color que tiene la capacidad de reproducir. Así es: cada espacio de color (CMYK, RGB) tiene una determinada forma, y cada dispositivo que opera en él sólo es capaz de reproducir una parte menor o mayor de él. En el siguiente gráfico puedes ver el espectro visible por el ojo humano (toda la mancha de colores) y en su interior, las formas de las gama de colores que cada espacio de color consigue reproducir. Las zonas que no se solapan corresponden a colores que no todos los ellos pueden representar.
Por ejemplo, los colores en “1” son visibles para el ojo humano pero no se pueden reproducir ni en RGB ni en CMYK, en “2” están aquellos colores que tan sólo Adobe RGB puede mostrar, en “3” los que tanto Adobe RGB como CMYK pueden reproducir y “4” muestra la zona del espectro visible que puede ser reproducida tanto en CMYK como en RGB (Adobe RGB y sRGB).
Conversión entre espacios de color
Como te imaginarás, mientras trabajemos con colores dentro de “4” no habrá ningún problema, los conflictos surgen cuando, por ejemplo, quieres imprimir en el espacio de color CMYK de una impresora una imagen que contiene alguno de los colores que tanto tu cámara como tu monitor son capaces de reproducir (en Adobe RGB) pero que están en la zona “2” (fuera de la gama del espacio CMYK). Otra cosa diferente es que tu monitor te esté mostrando fidedignamente un determinado color, si no fuese así, aunque cayese dentro de la gama que tu impresora es capaz de reproducir, el resultado no sería exactamente el que estás viendo en pantalla como consecuencia de un mal rendimiento de ésta, es ahí donde entra la calibración del monitor que veremos muy pronto.
Para imprimir en CMYK un archivo que se ha capturado y procesado en RGB con garantías hay que hacer una conversión entre sus correspondientes espacios de color. Durante esa transformación si la imagen contiene colores RGB fuera del espacio CMYK tienen que ser convertidos a colores similares dentro del espacio de color del dispositivo de salida para que éste sea capaz de reproducirlos. De todas formas tienes que saber que hoy en día las impresoras suelen gestionar el color según el modelo RGB y que el modelo CMYK está prácticamente relegado al entorno de imprenta.
En definitiva
Nuestra cámara captura imágenes en un determinado espacio de color RGB (que podemos seleccionar), nuestro monitor funciona emitiendo luz y también muestra las imágenes con colores propios de un espacio RGB, pero los dispositivos de salida como las impresoras sólo reproducen colores dentro del espacio de color CMYK.
Esos espacios no se solapan completamente ya que cada dispositivo y proceso tiene una determinada capacidad para cubrir mayor o menor extensión del espacio de color en el que opera, llamada gama de color. Por ese motivo hay colores del espectro visible por el ojo humano que no pueden ser registrados ni reproducidos por todas las herramientas que empleamos.
Fuentes y enlaces de interés:
Gama de color y Modelo de color CMYK en Wikipedia
Espacios de color RGB, CMYK y Color Lab en Xatakafoto
¿En qué espacio de color configuro mi cámara? por David GP
www.rubixephoto.com